jueves, 7 de noviembre de 2013

                                                                                                    
El viaje de Ramiro

Acabo de leer la Autobiografía espiritual de Ramiro Calle. Uno puede hablar de sí mismo con menos indulgencia que de los demás. Pero ¿podrá no esperar de ellos la indulgencia que a sí mismo se rehúsa? Uno puede decirse malísimo. Pero, si se lo dicen a él, ¿será lo mismo? Ramiro Calle, que se ha pasado la vida tratando de conocerse, sabe lo ambigua que es la indulgencia humana. Y, como vive devorado por la inquietud, desconfía de todo lo que aquieta, de lo que no es sino inquietud disfrazada. Por eso ha decidido tratarse a sí mismo y a los demás sin ninguna indulgencia. A cada uno lo suyo. Y, a la inmensa mayoría, la gratitud. Incluso entre quienes menos nos salvamos, como ministros de la Iglesia católica, brilla la memoria de algunos sacerdotes jesuitas conocidos en la India o el recuerdo entrañable de la Madre Teresa de Calcuta. Y, entre los médicos que se creen dioses, tienen un nombre propio tantos profesionales cuyo trato humanizó su reciente estancia hospitalaria, al filo del límite.
La Autobiografía espiritual de Calle es una galería de nombres propios y un racimo de pequeñas historias personales, casi todas relacionadas con los viajes a Oriente que han jalonado la vida de nuestro personaje. La vida de Ramiro Calle ha sido, toda ella, un viaje. Y ha tenido que hacer muchos viajes y conocer a mucha gente para completar el único viaje de verdad, el interior. Tal vez por esto Ramiro Calle es hoy uno de los pocos representantes de la sapiencia tradicional que se cuentan en medio de un mundo transfigurado por la ciencia pero desfigurado por la codicia, que es la suma ignorancia. Su libertad de pensamiento, su “acracia sin acrimonia”, son un estímulo para quienes habitamos el silencio y viajamos con él.  

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