lunes, 16 de septiembre de 2013

Sin despedirse.
Se fue sin despedirse.  La ultima vez que le vimos  no la sentimos mas reciente que la primera. Con sus ojos, sabia abrir y llenar los nuestros, con su coz descender allí donde nadie hubiera podido llegar con palabras. Junto a el brotaba el silencio como una fuente, y nosotros éramos esa fuente. O era el,  mas bien, quien brotaba en nosotros, entre nosotros, para esta sed nuestra. Hasta que una mañana, se fue del todo y para siempre. Luego vino el desierto, y como tempestades de arena, las preguntas. ¿porque? o mas bien, ¿Por qué no?   ¿Por qué no se humedecieron sus ojos o se quebró su voz un instante antes de perdernos? Tal vez porque en la vida hay momentos que no deben llegar antes ni después sino a su tiempo. Son aquellos cuyas consecuencias duran toda la vida. En España el suicidio es ya la primera causa de muerte violenta. Y, según los expertos, el diez por ciento de los suicidios es imprescindible. No decir, es otra manera de decir, la del que prefiere decirlo todo de una vez porque es demasiado doloroso. O para que sea mas breve y ,acaso mas bello.  Hablar antes de tiempo seria aumentar el dolor, que vuelve amarga la piel de los mejores recuerdos. Hasta principio de los ochenta los suicidas eran enterrados en los márgenes de los cementerios. Hoy su muerte sigue siendo silenciada, como si hubieran de morir dos veces, entre sus propias manos y nuestros propios miedos. Pero su silencio de vivos sigue hablando en nosotros después de muertos. ¿ Habrá  voz que descienda tan  hondo como la suya? Nuestras palabras no pueden. Por eso hablamos como quienes las buscan. El desierto es buscar, pero después de haber encontrado y muerto.
 Y,,,Pensar que un día
fui la respuesta que hoy
quieres encontrar.

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