lunes, 8 de julio de 2013


Jesús Menéndez. (Padre Chus)

Me he enterado estos días de tu “caso”. Por decisión de tu obispo has debido abandonar las parroquias que atendías como sacerdote. Luego, ha llegado el apoyo popular que has recibido en medio de una situación tan violenta para ti como lo hubiera sido también para mí. En una situación violenta lo previsible es reaccionar con violencia. Pero yo sé de tu inteligencia y virtud. Por eso espero de ti una respuesta menos previsible, y me explico. Hay un dilema que surge siempre dentro de nosotros cuando nos sentimos violentos. La ansiedad del momento impide que este dilema aflore a nuestra conciencia pero ahí está: ¿son compatibles la violencia y la justicia? Una parte de nosotros resuelve el dilema. No hay reparo, pues, en tomar ciertas decisiones por desagradables que sean sus consecuencias para algunas personas: más desagradable que la ley sería la anarquía. Pero otra parte de nosotros sostiene una pregunta: ¿podemos ser prudentes en nuestros juicios si no somos pacientes al juzgar, como recomendaban los antiguos rabinos? Los seres humanos podemos confundir el amor a la justicia con el miedo a la injusticia. Este último justifica muchas cosas. El amor a la justicia, en cambio, ¿puede justificar nuestras decisiones? ¿o no las deja siempre abiertas a la reflexión? Doctores tiene la Iglesia. Yo solo preguntas. Si algo deseo para ti, amigo, es la serenidad necesaria para distinguir la justicia de la violencia. Ella te ayudará a buscar el bien, fuente de la justicia: la gratitud para todas esas personas a las que has ayudado tanto que ahora están a tu lado y el respeto para quienes hayan dado motivos a la decisión de tu obispo. Al fin y al cabo, un día nos veremos todos las caras. Por eso conviene ir preparándose desde ahora para ese día, que puede ser cualquiera.  
    1Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.

2Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo? ……….. SALMO 42

 

 

 

 

 

 

 

 

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