Jesús Menéndez. (Padre Chus)
Me he
enterado estos días de tu “caso”. Por decisión de tu obispo has debido
abandonar las parroquias que atendías como sacerdote. Luego, ha llegado el
apoyo popular que has recibido en medio de una situación tan violenta para ti
como lo hubiera sido también para mí. En una situación violenta lo previsible
es reaccionar con violencia. Pero yo sé de tu inteligencia y virtud. Por eso
espero de ti una respuesta menos previsible, y me explico. Hay un dilema que
surge siempre dentro de nosotros cuando nos sentimos violentos. La ansiedad del
momento impide que este dilema aflore a nuestra conciencia pero ahí está: ¿son
compatibles la violencia y la justicia? Una parte de nosotros resuelve el
dilema. No hay reparo, pues, en tomar ciertas decisiones por desagradables que
sean sus consecuencias para algunas personas: más desagradable que la ley sería
la anarquía. Pero otra parte de nosotros sostiene una pregunta: ¿podemos ser
prudentes en nuestros juicios si no somos pacientes al juzgar, como
recomendaban los antiguos rabinos? Los seres humanos podemos confundir el amor
a la justicia con el miedo a la injusticia. Este último justifica muchas cosas.
El amor a la justicia, en cambio, ¿puede justificar nuestras decisiones? ¿o no
las deja siempre abiertas a la reflexión? Doctores tiene la Iglesia. Yo solo
preguntas. Si algo deseo para ti, amigo, es la serenidad necesaria para
distinguir la justicia de la violencia. Ella te ayudará a buscar el bien,
fuente de la justicia: la gratitud para todas esas personas a las que has
ayudado tanto que ahora están a tu lado y el respeto para quienes hayan dado
motivos a la decisión de tu obispo. Al fin y al cabo, un día nos veremos todos
las caras. Por eso conviene ir preparándose desde ahora para ese día, que puede
ser cualquiera.
1Hazme
justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
2Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo? ……….. SALMO 42
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo? ……….. SALMO 42
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