martes, 23 de abril de 2013

A Ramiro Calle:Ha venido a verme Ramiro Calle, con su mujer Luisa, y unos buenos amigos. Nos volvimos a encontrar una tarde calida y luminosa, la primera promesa cumplida de la primavera. Entramos juntos en la huerta conventual y en uno de sus rincones, hoy urbanizado a guisa de parque, tomamos asiento y empezamos la conversacion. Un rato mas tarde nos pusimos en pie, levantamos el cerco del calor y el verdor, y llegamos al claustro, el otro paraiso interior. Como por dentro, no es como por fuera, que por fuera se puede caminar y descansar, pero por dentro solo caminar sin descanso, transitamos claustro iglesia y recintos aledaños hasta saciar nuestra curiosidad y comenzar la despedida. Conversar con Ramiro y sus amigos es una manera de vivir fuera de todos esoa altos muros que los hombres levantamos para sentirnos mas seguros. Ramiro, con su melena alborotada y sus ojos en el fermento de la inquietud, con su voz dando peso y ritmo a las palabras, trae consigo la suavidad de la brisa y el fuego del profeta que no a venido a quemar el mundo, si no, a purificarlo, a devolverle su belleza verdadera. Y, yo he tenido la suerte, de leer sus libros, de visitar sus pensamientos. La luz del oriente se reencuentra en  él con la experiencia del ser que dio origen a la filosofia mas antigua de Occidente a aquella que era un arte de vivir y de convivir. Ramiro Calle, es un Heraclito y un Heteroclito de nuestro tiempo, un yogui, urbanita y literato que no cree en otro Dios que el vivido, el que ni ha estado nunca lejos de nosotros, ni se ha dejado tampoco atar a la palabra "dios"  o a otra cualquiera. ¿No sera tambien el mio?

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