lunes, 28 de abril de 2014

Visión de futuro.

                                                        
Visión de futuro.
Nadie es llamado por vocación a cambiar de lugar o a quedarse donde está sino a cambiar de tiempo. La vocación es la revelación de otro tiempo, diferente de aquel en que vivimos. Si, para el inspirado, la diferencia permanece al alcance de los sentidos, para el llamado, en cambio, la diferencia no ocupa, no necesita ocupar, lugar alguno. No se hace presente como todo aquello de lo que tenemos noticia porque lo hemos visto u oído. No se hace presente sino futura.
La vocación es apertura a un tiempo diferente de aquel en que se vive: es visión de futuro. No es que el futuro se le haga presente al que recibe la llamada y éste pueda imaginárselo ya ahí, al alcance de la mano. Lo que sucede es que uno mismo se ve arrebatado al futuro. Y, puesto en él, advierte lo que hay de ilusorio en el futuro al alcance de la mano, el futuro de los que creen en él pero carecen de vocación para verlo. Se contentan con imaginárselo. No saben por experiencia que el saber, una vez adquirido, ya no ocupa lugar pues no lo necesita. Pero necesita tiempo para crecer comunicándose. 
La inspiración es alada. Sigue su vuelo y se pierde en el horizonte de la libertad. La vocación, en cambio, no da alas. Y no las da porque no las tiene. Pero esto es lo que más sorprende ante una vocación vivida: ver a alguien adelantado a su tiempo, a alguien que ni él mismo sabe explicarse cómo ha llegado a donde ha llegado. Pero la perplejidad se multiplica para él, para él solo, cuando se empieza a ver fuera de lugar, sin futuro precisamente allí donde él es el futuro. Y tiene que emigrar, como tantos jóvenes de nuevo en esta hora de España.

 

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