lunes, 3 de marzo de 2014

Volver a nacer


Volver a nacer
En un poema antiquísimo, que acabo de descubrir, leo esta mañana muy despacio, como si fuera yo mismo el autor de sus versos o su primer oyente:
Creó Dios el Sol/y el Sol nace y muere y vuelve a nacer;/creó Dios la Luna/y la Luna nace y muere y vuelve a nacer;/creó Dios las Estrellas/y las Estrellas nacen y mueren y vuelven a nacer;/Dios creó al hombre, hijo de Dios,/y el hombre nace y muere y no vuelve a nacer
El poeta, pensé, recordó que nuestros seres queridos desaparecen. Pero aquellos otros a los que no podemos querer no desaparecen. Un día y otro “nacen y mueren y vuelven a nacer”. El poeta sabe, como nosotros, que ni el sol ni la luna ni las estrellas nacen o mueren. Sólo el hombre nace y muere. Sólo él o ella reconocen, sin esfuerzo, la alegría de ver nacer y la tristeza de no saber morir. El sol no nace ni muere. No siente alegría ni dolor. Nosotros, en cambio, sí. Nosotros sabemos lo que es nacer y morir porque hemos visto nacer y morir muchas veces.
En la aurora tibia de la civilización -otra como ésta de mi descubrimiento- hubo hombres, como nuestro poeta, para quienes la humana era otra más de las especies vivas. Algunos, como él, advirtieron, no obstante, la diferencia que la separaba de las demás, aun de los seres más sublimes: en tanto que el sol, la luna y las estrellas siempre vuelven a nacer, el hombre no vuelve a nacer. El hombre es mortal. Pero no todos pensaron como nuestro poeta.
Hubo quienes creyeron que también el hombre podía volver a nacer, como los astros del cielo vuelven a nacer cada día. Volvemos a nacer, en efecto, cada vez que nos dan en la vida una oportunidad, la que hoy esperan tantos jóvenes.
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Hágase la luz!... con voz solemne.                      
El Creador dio comienzo así a la vida,
Y al reflejo de mil luces multiformes
Se despertó se la virtud dormida.
El sol se mostró cual luminaria
Esparciendo calor vivificante…….
(Anónimo)

 

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